La estabilidad articular es el estado en que una articulación permanece o retorna inmediatamente a su alineación óptima a través de una ecualización de fuerzas (externas e internas) debido a la acción de componentes pasivos (cápsula y ligamentos) y dinámicos (tendones y músculos).
El término propiocepción no debe utilizarse como un sinónimo de estabilidad. Solo es un aspecto (importante por cierto) pero no el único de la estabilidad. Es la capacidad del cuerpo de detectar la conciencia de posición y movimiento articular, velocidad y detección de la fuerza de movimiento, la cual consta de tres componentes:
- Estatestesia: Provisión de conciencia de posición articular estática.
- Cenestesia: Conciencia de movimiento y aceleración.
- Actividades efectoras: Respuesta refleja y regulación del tono muscular.
Tipos de estabilidad articular
La estabilidad postural estática es el mantenimiento del equilibrio y estabilidad sobre una base de sustentación firme, fija e inamovible. Mientras que la estabilidad dinámica puede definirse como la demanda sobre un individuo para mantener su estabilidad después de un cambio de posición o durante el movimiento. Ambas estabilidades pueden realizarse sobre una superficie estable o sobre una superficie inestable.
La estabilidad estática inestable se define como el mantenimiento de la estabilidad postural estática sobre una base de sustentación firme y fija, pero sobre una superficie de sustentación inestable.
La estabilidad dinámica inestable la definimos como el mantenimiento de la estabilidad postural, ya sea con un movimiento previo al apoyo sobre esta superficie o con movimientos dinámicos sobre una superficie de sustentación inestable.
¿Cómo mejorar la estabilidad articular?
Hay que estimular la respuesta de los receptores mecánicos y propioceptivos, mejorar la fuerza de músculos y articulaciones y hacer un ejercicio funcional para la integración de ambos aspectos. En este artículo nos vamos a centrar en la propiocepción. Es la mejor fuente sensorial para proveer la información necesaria para mediar el control neuromuscular y así mejorar la estabilidad articular funcional. Depende de estímulos sensoriales tales como: visuales, auditivos, vestibulares, receptores cutáneos, articulares y musculares.
La propiocepción es vital para casi cualquier actividad cotidiana: desde subir y bajar unas escaleras sin tropezarse hasta corregir el traspié y evitar una caída en caso de que se produzca. La información propioceptiva avisa al organismo de caídas, giros, imprevistos… y ayuda preparar a músculos y articulaciones a responder ante una demanda repentina como puede ser, por ejemplo, corregir un desequilibrio producido por el tropiezo en la escalera. Tras sufrir una lesión debemos recuperar el sistema propioceptivo para recuperar su efectividad y disminuir las posibilidades de volver a sufrir una lesión.
Se podrían plantear infinidad de ejercicios para la mejora de la estabilidad articular en base a la potenciación de los mecanismos sensorio-motores vinculados a la propiocepción. A nivel general, podemos evolucionar en la dificultad de los ejercicios a través de diferentes pautas, como son:
- Demandar una mayor tensión de la musculatura a través de la utilización de elementos como tobilleras lastradas, gomas elásticas de diferentes resistencias, mancuernas, barras con peso.
- Disminuir la base de apoyo: pasar de apoyo bipodal a unipodal, apoyarnos solamente sobre una parte del pie (talón, punta, externa e interna).
- Utilizar superficies de apoyo irregulares: pie sobre pelota o balón de espuma, colchonetas de diferentes grosores, tableros y platos basculantes, fitball, bosus, balance pad, dynair…
- Restringir la información que llega a través de otros sistemas para centrarnos en los propioceptores. Por ejemplo, podemos comenzar los ejercicios delante de un espejo para ayudarnos del sistema visual, después pasamos a realizar los ejercicios sin mirar al espejo y, por último, cerramos los ojos para restringir las aferencias del sistema visual.
Primero trabajaremos los ejercicios para la estabilidad estática y luego pasaremos a trabajar los de la dinámica. Los ejercicios propioceptivos dinámicos pueden ir más enfocados al trabajo de la técnica de un deporte, como trabajar pases de balonmano a pata coja o sobre el bosu, o para actividades más cotidianas como realizar multisaltos y realizar el apoyo sobre el suelo o sobre una colchoneta con una sola pierna.
Cabe destacar que en la recuperación de lesiones comenzaremos con ejercicios propioceptivos en el agua para que la disminución del peso corporal nos facilite el trabajo.
Conclusión
Actualmente, deportes como el Tenis, Pádel, Golf, Fútbol, Running, Ciclismo, Básquet, Vóley, Balonmano … Son de los más practicados en la sociedad y todos demandan una buena estabilidad. Por tanto, cuanto antes trabajemos la estabilidad, antes mejoraremos nuestro rendimiento y disminuimos los riesgos de lesión. Con más motivo si no se práctica ninguna actividad.