Por qué fracasan las dietas. El efecto YOYÓ

Una dieta supone mucho esfuerzo y sacrificio por perder kilos. Algunas personas lo logran, pero otras, después de perderlos, recuperan más. Esto se conoce como efecto yoyó.

El efecto rebote o yoyó hace subir el peso que se ha perdido en la mayoría de las dietas. El cuerpo se adapta a la escasez gastando menos energía con el fin de no quedarse sin reservas. Lo cual, hace que se tienda a comer todo lo que encontremos a primera vista.

Este es el motivo por el que hay quien acaba ganando más peso del que tenían antes de empezar la dieta y no entiende por qué. Pues bien, cuando nos pasamos la vida haciendo dietas, el cuerpo se hace más resistente y cada vez le cuesta más perder kilos.

Todos estos cambios bruscos de peso afectan a casi todos los órganos, como son: riñones, problemas cardíacos, deshidratación… Nuestra colaboradora Reme Navarro, nutricionista y farmacéutica, te cuenta sobre el tema. 

 

¿Por qué se produce el efecto yoyó?

Cuando se abandona la dieta, el organismo empieza a manejar mecanismos fisiológicos para compensar ese tiempo de restricción que ha estado sin comer, así la persona come más.

El peso que se pierde tan rápido se debe a la pérdida de agua (deshidratación) y glucógeno. Durante el tiempo que se hace una dieta baja en calorías, el organismo reduce su metabolismo para gastar menos y equilibrar esa deficiencia. 

El efecto yoyó se divide en 3 etapas:

  • Primera, consiste en que la persona que está a dieta sufre pérdida de peso acompañada de orgullo por su rechazo a los alimentos.
  • Una segunda etapa donde, conforme pasa el tiempo, se vuelve más difícil llevarla a cabo, lo que ocasiona tristeza y/o fatiga en la persona.
  • Por último, la tercera etapa, donde la vuelta a la normalidad, hace a las personas volver a sus antiguos hábitos alimentarios, lo que los lleva a comer más de lo que ingerían antes de comenzar la dieta. Todo ello provoca que el peso se recupere de manera muy rápida.

 

 ¿Se puede evitar el efecto rebote de las dietas?

La mejor manera de evitarlo es no haciendo dieta. Puede sonar absurdo, pero tenemos que intentar comer saludable, donde se incluyan todos los grupos de alimentos de manera organizada, y así, no tendremos que iniciar ninguna dieta.

Aun así, si has notado que no has podido seguir el ritmo de la dieta, y te ha entrado un hambre descontrolada, aquí tienes unos consejos de gran ayuda:

  1. Si has estado tiempo sin comer hidratos, cuando empieces a consumirlos, hazlo con cabeza.
  2. Se debe practicar ejercicio físico antes, durante y después de lo que dura la dieta. Cuando comenzamos una dieta perdemos grasa y peso, pero también líquido y músculo. 
  3. No obsesionarse. Aunque estés a dieta, puedes darte un capricho de vez en cuando, siempre que se haga bien.
  4. Bebe 2 litros de agua a diario, y evita aquellos refrescos con gas o azucarados.
  5. El descanso tiene mucho que ver. Lo recomendable es dormir entre 7 y 8 horas para tener la energía que el cuerpo necesita.
  6. No poner horarios en las comidas. Cuando pasan 20 minutos desde el inicio de la comida, a nuestro cerebro le llega la información de que estamos saciados. Pero también, obtiene serotonina, la hormona de la felicidad.

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